Sergei Gerasimov es un sacerdote ruso de Koivisto. El ha recibido la gracia del arrepentimiento en el campamento de confirmación para los rusos en Jämsä.
En los últimos kilómetros hacia el lugar de los servicios, el camino está lleno de baches. Los niños en el patio nos ven y corren a saludarnos. Los niños más grandes hablan bien el inglés, y con otros hablamos a través de un intérprete. Podemos hablar de nuestros acontecimientos y contar nuestros nombres sin un intérprete.
El lema de los servicios de verano en Pudasjarvi, Finlandia fueron las palabras de Tomás a Jesús: “¡Señor mío, y Dios mío!” Tomás, el incrédulo, vio las manos perforadoras de su Salvador, y así la obra redentora, la cual había sido preparada por Dios, le fue revelada. La esencia de la fe fue evidente en la respuesta de Jesús: “ Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.” (Juan 20:29)
De los que creen, la comunión del Espíritu Santo forma una congregación, una en la cual Dios llama. La congregación de Dios no es una institución o asociación temporal, sino que es una comunidad de fe en Jesús Cristo y con otros creyentes. Vivir en la comunión de la congregación de Dios entrega alegría y paz al corazón.
En su carta a los Colosenses, Pablo advirtió sobre los peligros del pecado y deseaba purificar la fe de los Colosenses en Jesucristo, para que puedan obtener la fuerza de vivir según la voluntad de Dios.
La segunda venida de Jesús es muy evidente en la Biblia. Jesús dijo que sólo Dios sabe el momento. La Palabra de Dios nos exhorta a observar las señales de los tiempos y a estar preparados en todo momento.
Jesús dio a Sus discípulos un mandato misionero, que llevasen las buenas nuevas del evangelio a todas las naciones. Todavía podemos llevar este mensaje de la salvación con el poder del Espíritu Santo.
La obra de un sirviente de la Palabra se funda en la misión encomendada por Jesús. Aquellos que creyeron en Jesús se les dieron la tarea de difundir el Evangelio en todo el mundo. La congregación llama a sus siervos de entre su unidad. Su deber es el de predicar la Palabra de Dios basada en la Biblia.
Corinto era una ciudad bulliciosa donde la vida era mundana. En un sueño, el Señor se apareció a Pablo y le instó el predicar con valentía la Palabra de Dios en Corinto.
Jesús había hablado a Sus discípulos sobre el duro camino de sufrimiento al que se enfrentaría, por la primera vez. Él tenía que ir a Jerusalén para sufrir mucho en manos de los ancianos de la nación, los sumos sacerdotes, y los escribas. Él tendría que morir, pero al tercer día, Él se levantaría de la muerte. El discurso de Jesús entristeció a los discípulos. Pareciera un poco extraño, que poco después de esto, los discípulos comenzaron a preguntarle a Jesús, “Quien es el mayor en el reino de los cielos?”
En concordancia con la Biblia, la doctrina Cristiana antigua declara que: “Dios, quien nos ha creado, nos ordena seguir Su voluntad en nuestras vidas. Dios nos ha revelado Su santa voluntad a través de Su ley. La ley de Dios quiere de nosotros la verdad, la justicia, y la pureza de pensamientos, palabras y acciones.” La buena voluntad de Dios tiene como propósito, como ley propia de vida, el proteger la vida que Dios ha creado y todo aquello que es sagrado y precioso.
El hombre nunca ha sido capaz de comprender a Dios Todopoderoso y Su grandeza a través de su propio entendimiento. El profeta del Antiguo Testamento, Isaías, escribió: “Verdaderamente tu eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas” (Isaías 45:15). Isaías también escribió: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Isaías 55:8–9.)
Blogit
Toimitus suosittelee
Viikon kysymys
Toimitus suosittelee
Viikon kysymys