La segunda venida de Jesús es muy evidente en la Biblia. Jesús dijo que sólo Dios sabe el momento. La Palabra de Dios nos exhorta a observar las señales de los tiempos y a estar preparados en todo momento.
"He aquí, yo vengo presto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona." Así se dice en el libro del Apocalipsis (3:11).
Ya en la iglesia temprana, la congregación esperaba fervientemente el regreso de Cristo. Los cristianos de la época observaron el tumulto del mundo circundante, a menudo en medio de la persecución, y estudiaron las señales de los tiempos. Muchos creían que Jesús volvería durante su vida.
La segunda venida de Cristo es muy evidente en las Escrituras. Sólo en el Nuevo Testamento hay más de 300 referencias a la segunda venida de Jesús o acontecimientos relacionados con esta. A lo largo de los siglos han habido muchos pronosticadores del Día del Juicio que han predicho la segunda venida de Cristo y la hora exacta del fin de mundo. Cada vez la anticipación ha terminado en decepción. Jesús enseño sobre el fin del mundo: “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (Marcos 13:32).
Es importante vigilar
¿Cuál es el concepto de la Biblia sobre el tiempo? Es difícil comprender el tiempo de Dios con la mente humana. Pedro discute este tema en su carta: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro 3:8). Por otro lado, no es el deber del hombre para adivinar el tiempo de Dios: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7). Nuestro entendimiento del tiempo se basa en los ciclos de la creación que nos rodea. La operación de Dios, por otro lado, no está atado a nuestro concepto del tiempo ni el conocimiento humano en absoluto.
En vez de adivinar el tiempo exacto de la segunda venida de Cristo, la Palabra de Dios nos exhorta a observar las señales de los tiempos, a ser vigilantes en la fe, y estar preparados a cada momento. El autor del libro de Apocalipsis también nos pide ver, en este verso corto: “ retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona" (Apocalipsis 3:11).
El ángel de la iglesia de Filadelfia estaba cansado en su camino. Se le dijo: “ tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre” (Apocalipsis 3:8). El ángel de la iglesia de Filadelfia fue animado a permanecer firme hasta el final de su viaje, a confiar en el nombre de Dios, Su perdón y cuidado.
El gozo de Pablo
Pablo también estaba familiarizado con la tradición que se remonta a los tiempos antiguos, en los que se le daba al ganador de una competencia atlética o un héroe de batalla, una corona de laurel, que simbolizaba la victoria y gloria. Cuando Pablo vio que le quedaba poco tiempo, le escribió a su joven amigo y compañero Timoteo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7–8).
Pablo se regocijó que él tenía con la ayuda del poder de Dios, sobrevivió a las pruebas de su memorable vida y conservó el don de la fe. Para él la promesa que Jesús le hizo a Sus discípulos era verdadera: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20).
Confiando en las promesas de Dios
Pablo esperaba la recompensa de la victoria, la corona de justicia, que había de recibir en la segunda venida de Cristo. No era importante para Pablo el que Jesús viniera durante su tiempo o no. Confiaba en que no había duda que el día de la venida del juez justo sería amanecer, porque el mismo Cristo ha prometido así.
Las promesas de la Palabra de Dios permanecerán en vigor. Independientemente de lo que el mundo a nuestro alrededor parezca y qué clase de días encontremos en nuestras vidas, Cristo ha prometido estar con los Suyos siempre y en todas partes.
Confiando en esta promesa y en la gracia y el perdón de Dios, es reconfortante que se esfuerce en la fe un día a la vez. Que Dios nos dé la fuerza para aferrarnos firmemente a este tesoro el cual es el más importante, para que cuando Cristo venga, la corona de justicia será colocada en nuestras cabezas como señal de victoria.
Publicado: Siionin Lähetyslehti 10/2013
Traductor: Miranda Hendrickson
Tekstissä käsitellään seuraavia raamatunkohtia: Apocalipsis 3:11
Julkaistu espanjankielisessä kieliliitteessä 4/2014.
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