El hombre nunca ha sido capaz de comprender a Dios Todopoderoso y Su grandeza a través de su propio entendimiento. El profeta del Antiguo Testamento, Isaías, escribió: “Verdaderamente tu eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas” (Isaías 45:15). Isaías también escribió: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Isaías 55:8–9.)
El hombre puede llegar a conocer a Dios solamente si Dios se revela a sí mismo ante ellos. Dios le habla al hombre en la naturaleza, en el destino de la vida y en las etapas de las naciones (Rom. 1:20, Juan 9:3, Hechos 17:26, 27). Nos habla a través nuestras conciencias (Romanos 2:15). Especialmente, Dios se revela sí mismo ante el hombre en la Santa Biblia y en nuestro Redentor Jesucristo (Hebreos 1:1–3).
Es imposible para una persona incrédula el llegar a conocer a Dios sin la Palabra de Dios. Por esta razón, Dios ha dado Su Palabra a los hombres. La Biblia es la “guía” de la revelación de Dios. Siempre debe ser la guía más grande en la fe y en la vida (2 Pedro 1:19–21; Salmos 119:105).
El hombre obtiene paz en Dios
Dios quiere darse a conocer a la gente. “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3). El hombre es el único ser en el mundo que puede oír la voz de Dios, tomar refugio en Él, amar y servirle. Esto es porque Dios nos ha creado a Su imagen (Gen. 1:27).
Dios a dispuesto que el hombre viva en comunión con Él. Por esta razón, el corazón de los hombres solo obtiene paz y tranquilidad por medio de Dios (Mateo 16:26).
La revelación de Dios de sí mismo no es simplemente una lista de asuntos importantes sobre Dios. Pero sobre todo, es una revelación de Su Santa y justa voluntad, de cómo Él actúa ante el pecado y qué tipo de salvación El ha preparado para la humanidad al salvarlo del poder del pecado y la muerte.
Dios guía y enseña
La Biblia nos revela que los sucesos de los últimos días también están bajo el control de Dios (2 Tesalonicenses 2:3,4). Mientras más cerca este el final de los tiempos y del mundo, menos gente horrará a Dios y a Su Palabra (1 Timoteo 4:1,2; 2 Timoteo 3:1,2). Sin embargo, Dios y su Palabra no han cambiado y no cambiaran (1 Pedro 1:25; Hebreos 13:8).
Fundamentalmente, el hombre es el mismo de antes. Sin saberlo, el hombre es totalmente dependiente en el cuidado de su Creador. En medio de los cambios, él se confunde y siente miedo e inseguridad. Anhela la compañía de su Creador, aunque él quizás no lo entienda.
Aunque Dios haya permitido el incremento del espíritu del engaño (2 Tesalonicenses 2:11), El todavía llama a la gente a Su comunión. El muestra su poder en Su creación, en la cual Su labor diaria continua. “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? (Isaías 43:19). La grandeza del poder de Dios y la pequeñez del hombre se ven claramente en los desastres naturales que asustan la mente humana” (Hebreos 12:26, 27).
Uno de los grandes milagros y regalos de nuestro Creador es el nacimiento de un niño, un bebe quien ya desde la concepción, es por fe participe de la obra redentora de Cristo. Creemos y confesamos que solamente Dios puede dar el don de la vida y en Sus manos está el poder de tomarla también. Por esta razón, el enfrentarse con la muerte puede enseñar a una persona.
Dios no ha creado al hombre para ser llevado por la casualidad, sino que El conocía el camino de nuestra vida antes de que hubiésemos nacido (Salmos 139:16). Sin embargo, muchas veces es difícil ver la guía de Dios en el destino de nuestras vidas y las etapas de las naciones porque vemos los sucesos en periodos cortos y con un entendimiento limitado.
Es especialmente difícil el aceptar las tribulaciones de la vida, como enfermedades graves o desgracias como resultado de la voluntad de Dios. No obstante, por la ayuda de nuestra fe, podemos reconocer la dirección de la sabia mano de Dios en nuestra propia vida y en la de nuestros seres queridos. Esto nos da testimonio de que vale la pena confiar y creer en Dios. “Hágase Su voluntad” (Mateo 6:10) es siempre una oración en buena hora.
La Fe nace por medio del evangelio
El leer y el conocimiento de la Biblia es importante. Pero nadie, puede volverse justo, aceptable a Dios, por leer la Biblia. El sermón del reino de Dios es necesario. “Así que la fe es por oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).
Cuando Martin Lutero tradujo la Biblia, el tradujo la palabra “oír” con la palabra “sermón”. La fe nace a través del evangelio, el cual es un sermón del perdón de los pecados en Jesucristo. Este sermón solo se oye en el reino de Dios. De esta manera, la obra de Cristo continúa como la obra del Espíritu Santo en Su congregación (Efesios 1:22, 23).
El ojo natural y la incredulidad solo ven la estructura humana de la congregación. Pero, por la fe una persona puede ver al Dios justo y de misericordia, quien permanece en medio de Su congregación. Incluso los que no creían en la época de Jesús no reconocieron las enseñanzas del Hijo de Dios y Su gloria celestial en medio de ellos (Juan 1:11, 14).
Dios incluso, hace conocer Su reino a las personas de esta época (Isaías 2:2). Nuestra oración es que las personas vengan a oír la Palabra de Dios y que Dios, a través del arrepentimiento les ayude a llegar a ser Sus hijos, porque fuera de la congregación de Dios, no hay salvación.
A un hijo de Dios, la palabra de la Biblia y el sermón del reino de Dios son: “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16). El evangelio es el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16).
Texto: Kimmo Puolitaival
Publicado: Siionin Lähetyslehti 7–8/2012
Traducción: Sofia Pylväinen
Julkaistu espanjankielisessä kieliliiteessä 11/2013
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