La pregunta sobre Dios es la pregunta más importante en la vida humana. Pero no hay una habilidad humana que puede ayudarnos a conocer a Dios. Nos hace falta la capacidad de pensamiento, emoción, o voluntad para conectarnos con Él. “Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel,” admitió el profeta del Antiguo Testamento (Isa. 45:15).
Sin embargo, es posible que aprendamos a conocer a nuestro Dios y Salvador. Esta posibilidad es disponible porque Dios se ha revelado y demostrado Su amor hacia nosotros. Podemos aprender a conocerlo porque Él se ha mostrado a Sí mismo y Su voluntad en Sus hechos maravillosos, Su soberanía sobre la tierra, Su santa palabra y, primero y ante todo, Su hijo Jesucristo. La vida de Jesús como un ser humano, Su cruz, y Su resurrección son el fundamento constante de nuestra fe y salvación.
La Biblia es La Palabra de Dios
La Biblia es un documento de la revelación especial de Dios. Según la fe Cristiana, Él es un Dios viviente quien obra durante toda la historia humana para salvar a la gente. Dios escogió la historia del pueblo de Israel como el marco de Su obra de salvación. Él envió a profetas para enseñar a la gente de Israel y les dio Su ley y Sus promesas. Las promesas principales fueron cumplidas con el nacimiento, la muerte, y la resurrección de Jesús, el Mesías. La obra de Jesús en el mundo continua como la obra del Espíritu Santo en Su congregación (Doctrina Cristiana, 1948, 44), y al fin de este tiempo Cristo regresará en Su gloria.
Jesucristo es la clave al mensaje de la Biblia. Las escrituras nos cuenta sobre Él, primeramente como una promesa en el Antiguo Testamento, y luego como una realización en el Nuevo Testamento. La Doctrina Cristiana de nuestra iglesia concluye por consiguiente: “El contenido principal de la Santa Biblia es el mensaje de Jesucristo y la salvación que Él nos ha preparado (Doctrina Cristiana 1948, 7).
La Biblia es el libro sagrado de los Cristianos, el libro primordial entre todos los demás. Su origen y contenido son la palabra de Dios, aunque los textos hayan sido escritos por personas (2 Tim. 3:16). Los escritores humanos anotaban el mensaje que recibian a través del Espíritu Santo. La Doctrina Cristiana de nuestra iglesia dice: “La Santa Biblia es la palabra de Dios anotado por la gente santa de Dios a través de la influencia del Espíritu Santo.” (Doctrina Cristiana 1948, 5)
El Estatus y la Autoridad de la Biblia
Para un Cristiano, el estándar mayor para evaluar preguntas de fe es la santa palabra de Dios. Las Escrituras han sido escritas como instrucción (Rom. 15:4) y amonestación (1 Cor. 10:11) para nosotros. La Biblia, la santa revelación de Dios, es la regla que debe ser usada para evaluar todo predicamento e instrucción.
Estas palabras de instrucción se remontan a la Reformación: “Las escrituras proféticas y apostólicas del Antiguo y Nuevo Testamento son el único precepto y guía por cual toda doctrinas y profesores deben ser examinados y evaluados.” (Instruccion por Unanimidad)
La Biblia es la autoridad decisiva a través de la cual debemos leer y evaluar todo lo demás. Sólo la Biblia tiene la supremacía absoluta que, según Jesús, no puede ser refutada (Juan 10:35). Las Santas Escrituras son la seguridad y el fundamento sólido de la congregación de Dios.
La Biblia en la Vida del Creyente
En ambos, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento aquellos que emprendían en la fe fueron apoyados por una esperanza segura para el futuro. Mientras que se tenía sitiada a Jerusalén por el rey Nabucodonosor, el profeta Jeremías compró un campo en Anatot. Entendió que nada es imposible para Dios, quien puede formar el destino de Su pueblo (Jer. 32). Su promesa fue esta: “Pues yo sé los planes que tengo para ustedes para darles un futuro y una esperanza.” (Jer. 29:11)
Cuando el apóstol Pablo fue llevado ante Félix para responder por su fe y sus actos, él dependió en las santas escrituras y estuvo seguro en su fe y en la esperanza de la resurrección. Así también nosotros, queridos hermanos y hermanas, tendremos la palabra de Dios como una lámpara para nuestros pies y una lumbrera a nuestro camino (Sal. 119:105). La lámpara no siempre ilumina un tramo largo del camino adelante, pero da la luz suficiente. Es bueno y seguro viajar en esta luz en todos los días de nuestra vida.
Texto: Olavi Voittonen
Traducción: JN
Recursos: Päivämies 4/2015
Julkaistu espanjankielisessä kieliliitteessä 24.11.2015.
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