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Vieraskieliset / en espanol

Amos interpretaba en los servicios de su pueblo

Siionin Lähetyslehti
Vieraskieliset / en espanol
10.5.2017 9.27

Juttua muokattu:

1.1. 11:14
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- He ora­do du­ran­te de­ce­nas de años para que pu­e­da re­ci­bir el perdón de los pe­ca­dos. Así contó una per­so­na qui­en aca­ba­ba de es­cuc­har y creer el Evan­ge­lio del perdón.

La gen­te crey­en­te pro­si­gue la ta­rea que Jesús dio a sus pro­pi­os discí­pu­los, y pre­di­ca “el ar­re­pen­ti­mien­to y el perdón de los pe­ca­dos”. Se ha dado el po­der de per­do­nar los pe­ca­dos a los crey­en­tes. Po­de­mos leer sob­re es­to en el Evan­ge­lio de San Juan, capí­tu­lo 20: “ Re­ci­bid el Espí­ri­tu San­to. A qui­e­nes re­mi­tie­reis los pe­ca­dos, les son re­mi­ti­dos; y a qui­e­nes se los re­tu­vie­reis, les son re­te­ni­dos.”

Para el hec­ho de ar­re­pen­ti­mien­to no exis­te un cier­to lu­gar o un tiem­po de­fi­ni­do. Si una per­so­na cu­en­ta que el pe­ca­do está pe­san­do en su con­cien­cia, un crey­en­te le proc­la­ma el perdón de los pe­ca­dos por la re­con­ci­li­a­ción de Jesús. En­ton­ces es un mo­men­to bu­e­no para re­ci­bir la ben­di­ción del evan­ge­lio.

Nos gus­tar­ían ser per­so­nas me­jo­res y cor­re­gir nu­est­ras ob­ras. Sin em­bar­go, no se ar­re­pien­te de for­ma que pri­me­ro se me­jo­ra la vida y des­pués, cu­an­do se sien­te su­fi­cien­te­men­te bu­e­no, se une a el grupo de los hi­jos de Dios. Jesús ad­vier­te de tal ar­re­pen­ti­mien­to. (Mat. 12: 44-45)

La fe cam­bia la vida

La razón y la fe son lo opu­es­to oca­si­o­nal­men­te, por­que la fe no se pu­e­de al­can­zar por me­dio de la razón. Inc­lu­so, es­ta es la vo­lun­tad de Dios: “ Pues ya que en la sa­bi­dur­ía de Dios, el mun­do no co­no­ció a Dios me­di­an­te la sa­bi­dur­ía, ag­radó a Dios sal­var a los crey­en­tes por la lo­cu­ra de la pre­di­ca­ción.” (1 Co­rin­ti­os 1:21.).

Jesús en­fa­tizó la fe como la de un niño y mostró al niño como un ejemp­lo para el crey­en­te. Un niño conf­ía en sus pad­res: aún un bebé pe­qu­e­ño conf­ía en re­ci­bir la aten­ción y el cui­da­do ne­ce­sa­rio. De la mis­ma ma­ne­ra Dios qui­e­re que no­sot­ros con­fie­mos en su pa­lab­ra.

Para el ra­zo­na­mien­to de una per­so­na es “un sermón ton­to” que exis­ten hi­jos de Dios en es­ta tier­ra, qui­e­nes han dec­la­ra­do el perdón de los pe­ca­dos en la tier­ra des­de los tiem­pos des­de la mu­er­te de Jesús has­ta hoy en día. Pero Dios ha pro­me­ti­do en su pa­lab­ra que tal “sermón ton­to” va a sal­var aqu­el­los qui­e­nes creen en él.

Dios deja el Evan­ge­lio inf­lu­en­ci­ar como “fru­tos del Espí­ri­tu” en una per­so­na. El ser hu­ma­no no ne­ce­si­ta ha­cer nada más que re­ci­bir una ben­di­ción, Dios le va a dar todo lo demás. Es el Dios qui­en nos da, por me­dio del Evan­ge­lio, las fu­er­zas de creer. Cu­an­do un homb­re re­ci­be el perdón de los pe­ca­dos, se ali­men­ta el de­seo de cam­bi­ar su vida de acu­er­do con la vo­lun­tad de Dios.

Tex­to: Juha Luok­ka­la

Pub­li­ca­ción: Päi­vä­mies 27/2015

Tra­duc­ción: V. y D. N.

Jul­kais­tu es­pan­jan­kie­li­ses­sä nu­me­ros­sa 10.5.2017