La fe sigue siendo vital para el hombre. Pero sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).
La fe abre el camino a la vida eterna, y esta fe surge en el mensaje del Reino de Dios. Por lo tanto, el tesoro más grande de la vida de un creyente es el Santo Evangelio de Dios.
La redención y expiación del ser humano ha exigido el mayor sacrificio: el hijo de Dios ha abandonado completamente todo lo suyo, dándonos todo lo que tenía sin dejar nada a sí mismo (Catecismo Mayor).
La fe viva produce los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22). Da el deseo y la fuerza para servir a Dios y al¬ prójimo. La fe no deja a los cristianos inactivos porque el amor de Dios abre los ojos para ver las necesidades del prójimo.
El cristiano vive para Cristo y para el prójimo: A Cristo la fe y al prójimo el amor (Martin Lutero).
Las escrituras y la historia nos enseñan lo que causa el amor de Dios. El amor no se presume, no juzga lo que el hombre mismo está ganando de acuerdo con el principio de reciprocidad.
Las hazañas del amor no están motivadas por una buena fama o gloria humana. No serán presumidas.
Pablo expresó el principio de la obra de la diaconía cristiana: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre “(2 Corintios 9:7).
Los sacrificios en favor del prójimo y la obra del Evangelio lograrán mucho cuando Dios da su bendición.
La Doctrina Cristiana resume toda la vida cristiana en estas palabras: Cuando la gracia de Dios nos da el perdón de los pecados, da en nuestros corazones un amor, gratitud y obediencia a la fe. Estos pueden servirnos para adorar a Dios y a nuestros semejantes (Doctrina Cristiana Finlandesa 1948:85).
La Biblia trata sobre situaciones en las que los cristianos se han parado a conversar del cómo apoyar a los necesitados. Un ejemplo de esto es la descripción de los apóstoles de cómo se concibió y organizó el trabajo de diaconía en la iglesia primitiva. (Hechos 6:1 – 4).
El servir al prójimo resulta de la visión bíblica de la humanidad y sus responsabilidades, lo que incluye el apoyo en situaciones mentales, espirituales y materiales.
Jesús, que no vino a ser servido, sino para servir, confirmó el doble mandamiento del amor (Mateo 22: 37-39). Él enseñó con el ejemplo cómo debemos tratar a nuestro prójimo. Lo más valioso de servir es mantener el Evangelio.
Autor: Juhani Liukkonen
Traductor: EC
Publicado en el Periódico Misionero de Sión 20.6.2018
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