Martta Koistinaho (1918–2008) vivía en un pequeño pueblo en el Norte de Finlandia. Durante varias décadas ayudó a sus amigos y vecinos de diferentes maneras.
Martta vivía con su familia en el edificio de la escuela del pueblo en el cual ella también trabajaba. Estuvo al servicio de los aldeanos por 30 años como cocinera y portera de la escuela. Los que asistieron a la primaria en los años 50 todavía recuerdan la sabrosa comida que preparaba Martta.
En esa época, el domingo era claramente diferente a los otros días de semana durante los cuales la gente estaba muy ocupada. Los servicios del domingo eran muy especiales para Martta. Si ella no tenía quien la llevase a los servicios, caminaba 5 kilómetros desde su pueblo a la Iglesia.
Los servicios de los luteranos laestadianos fueron organizados en el pueblo de la familia de Martta desde los últimos años del siglo 19. Después de que la cantidad de creyentes creciera, las comunidades de pueblos empezaron a formar comités de servicios para facilitar los arreglos. Martta fue nombrada parte del comité en el año de 1930. Ella también era miembro de la junta de su congregación local por 30 años.
Una persona que conocía a Martta recuerda un evento en los servicios a mediados del verano: “Había mucho que hacer. Prepararon café en la cocina de leña y tenían las mejillas rojas. ¡Y charlaban todo el tiempo! Martta era una persona muy alegre, siempre estaba sonriendo.”
En los servicios sirvieron cafecito y Martta solía traer algo de comer. Por varias décadas ella vino a los servicios llevando panes de dulce recién hechos en su mochila.
Los niños tenían los ojos puestos en el bolso negro de Martta, porque ahí dentro había golosinas para ellos.
Martta fue maestra en la escuela dominical por 50 años. Enseñaba y explicaba las historias de la Biblia de una manera vivaz que llamaba la atención de los niños. Además Martta tomó parte en organizar clases bíblicas para jóvenes y actividades, como grupos para niños pequeños.
Cuando construyeron una iglesia para la congregación Martta estaba muy dispuesta a ayudar en el trabajo. El trabajo con madera era su pasatiempo. Ella misma hizo muebles y varios tipos de utensilios para su casita. Hasta construyó en el jardín una casita de juegos y una resbaladera para niños. En los mercadillos de iglesia vendieron los productos de madera, como juguetes, que había hecho Martta.
Al envejecer Martta se jubiló pero siguió siendo muy activa. Por ejemplo, hizo pan para los mercadillos de la iglesia. Como jubilada, Abuelita-Martta tenía más tiempo para sus nietos. Casi diariamente fue a ayudar a la numerosa familia de su hija Katri.
Martta visitaba mucho a las familias en su pueblo. A ella le gustaba hablar de la fe, de temas actuales y de los eventos de su vida propia. No recordaba su vida con amargura sino que veía los aspectos divertidos en la vida cotidiana. Con esa actitud positiva Martta creó un ambiente de esperanza alrededor de ella. La gente del pueblo y los amigos recuerdan que Mart-ta no contaba las horas del trabajo voluntario. Lo hizo por su propia voluntad, de todo corazón y desinteresadamente. Servía con energía y alegría a la gente del pueblo y a los huéspedes en los servicios.
Autor: Raija Lohilahti
Publicación: El artículo es una versión abreviada del artículo “Koko kylän Martta” (Martta de todo el pueblo) que fue publicado en el libro de SRK (2017): Naiset viestinviejinä (Mujeres mensajeras)
Traducción: PH, AV
Julkaistu espanjankielisessä kieliliitteessä tammikuussa 2019
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