El consejo de Apóstol Pedro es muy actual en este tiempo de egoísmo y entretenimiento.
Cuando Pablo escribe a la congregación de Corinto en Grecia, él habla de la congregación de Dios y le llama ”el cuerpo de Cristo”.
“Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.”
(1 Corintios 12:27).
Pablo recuerda que todos los que han recibido la gracia del arrepentimiento son hijos de Dios aunque sea esclavo o libre, judío o griego.
Fue necesario escribirlo porque mucha gente se había mudado a Corinto desde diferentes culturas y nacionalidades.
Del uno y mismo espíritu
La congregación de Dios es gozo pero al mismo tiempo está luchando. La lucha terminará a la segunda llegada de Cristo. Hasta entonces el enemigo de las almas intentara romper el amor fraternal y mutua de los hijos de Dios, el amor del Espíritu Santo. El enemigo está ofreciendo a la cristianismo renovaciones y fundamentos laxos.
Pablo escribió que los hijos de Dios en Corinto son miembros del cuerpo de Cristo porque él querría hacer recordar un asunto importante. Quería que los destinatarios de la carta recordaran cual es la importancia de tener, por la fe, la comunión del Espíritu con Cristo y su congregación.
”Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Corintios. 12:13).
La fe da la voluntad de servir
Cada hijo de Dios tiene su puesto y misión como el miembro del cuerpo de Cristo en su propia congregación y en el trabajo del reino de Dios en general.
La carta a los Corintios dice: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.” (1 Corintios 12:4–5).
Estos dones son tanto temporales como espirituales. “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (1 Corintios 12:7).
La fe viva da la voluntad de servir. Además hace nacer el amor hacía toda la gente y llama del camino de incredulidad al arrepentimiento. Exhorta a los que han perdido su fe a regresar a la casa del Padre.
Mandamiento de misión es para todos
Jesús mismo enseña: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).
El trabajo del reino de Dios, en la congregación del pacto nuevo, se basa en este mandamiento de misión. Cada miembro del cuerpo de Cristo se ha puesto a este trabajo. Es imposible llevar este trabajo según la voluntad Dios sin cuidar de su propia fe.
En el catecismo se declara así: ”El trabajo de Cristo en el mundo continua en su congregación en el trabajo de Espíritu Santo. En la congregación de Cristo nosotros estamos en la comunión viva con el Cristo y con los otros cristianos. Por eso la Biblia llama la congregación como cuerpo de Cristo” (Catecismo finlandés del año 1948).
El servir edifica la fe y la congregación
Cada cristiano se ha puesto “ a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12).
Cada tarea de servir es valiosa e importante. Me recuerdo a un anciano con que nos encontramos hace un rato. El anciano dijo que ora al Padre Celestial que bendijera a su reino y que los ministros tuvieran fuerza a permanecer sobre la gracia y verdad porque hoy en día se destroza la palabra de Dios. Él ya no podía usar sus manos para el trabajo concreto del Reino de Dios pero sí que podía usar las manos para orar.
El trabajo del reino de Dios guarda
El trabajo del reino de Dios siempre lleva consigo la protección que fortalece el vínculo del amor mutuo.
Eso es importante porque la manera más baja del enemigo de las almas es privatizar la vida en fe y reducir la interacción de los hijos de Dios entre ellos.
El consejo de Apóstol Pedro es muy actual en este tiempo de egoísmo y entretenimiento:
”Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” (2 Pedro 1:5–7)
Hace décadas atrás un ministro finlandés declaró así en su sermón: ”En todos los tiempos los hijos de Dios, iluminados por el Espíritu, han entendido que ya aquí en el tiempo de la gracia, se juntan a los que serán salvados al reino de la gracia, que está fundado por Cristo. Los que son limpiados y lavados con la sangre valiosa de la redención, viven aquí en la casa del Padre.”
Autor: Tapani Kirsilä
El texto fue publicado primero en Siionin Lähetyslehti 9/2018
Traductor: TT
Julkaistu espanjankielisessä kieliliitteessä tammikuussa 2019
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