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Vieraskieliset / en espanol

Jesús sufrió por nosotros

Siionin Lähetyslehti
Vieraskieliset / en espanol
15.11.2017 6.55

Juttua muokattu:

1.1. 11:20
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El pe­ca­do se­pa­ra al homb­re de Dios. Por­que las pri­me­ras per­so­nas en el pa­raí­so ca­ye­ron en pe­ca­do, so­mos to­dos he­re­de­ros a la ten­den­cia al pe­car. Es­to se ma­ni­fes­ta en el mun­do con el mal, an­gus­tia y in­jus­ti­cia. Muc­ha gen­te de­sea pla­cer y éxito ra­pi­do mient­ras ol­vi­dan la vo­lun­tad de Dios.

El homb­re mis­mo no po­see po­der para luc­har cont­ra el pe­ca­do, aun­que tu­vie­ra una in­ten­ción sin­ce­ra de ha­cer el bien. El Após­tol Pab­lo dec­la­ra: “No hay qui­en en­tien­da, no hay qui­en bus­que a Dios. Todo se des­vi­a­ron, a una se hi­cie­ron inú­ti­les: no hay qui­en haga lo bu­e­no, ni si­qui­e­ra uno.” (Ro­ma­nos 3: 11-12).

Según la Bib­lia, una per­so­na que afir­ma ser sin pe­ca­do hace Dios apa­re­cer un men­ti­ro­so. La pa­lab­ra de Dios no toca la con­cien­cia de aqu­el­la per­so­na, sin em­bar­go qui­e­re vi­vir sin la guía y en­se­ñan­za. (1 Juan 1:10).

Dios es amor

Dios ama a la gen­te que Él creó. Por tan­to en­vió a su Hijo aquí en la tier­ra para re­con­ci­li­ar los pe­ca­dos de la hu­ma­ni­dad.

El pe­ca­do con­du­ce a la mu­er­te, eter­na­men­te se­pa­ra­do de Dios. El Hijo de Dios aceptó lle­var toda la ini­qui­dad y mu­rió en la cruz por no­sot­ros. Era una víctima ino­cen­te sin pe­ca­do. Él suf­rió un cas­ti­go que habr­ía per­te­ne­ci­do a no­sot­ros pe­ca­do­sos. Jesús, sin em­bar­go, fue ma­yor que la mu­er­te y re­su­citó al ter­cer día de la tum­ba. Con la re­sur­rec­ción ab­rió el ca­mi­no al cie­lo, a la vida eter­na.

La ob­ra re­con­ci­li­a­to­ra de Cris­to fue tan per­fec­ta que se ap­li­ca a toda la gen­te en el mun­do. Sin em­bar­go, uno tie­ne que creer es­ta re­den­ción del mis­mo Jesús, por­que sin fe no es po­sib­le ser ac­cep­tab­le para Dios.

“Por­que de tal ma­ne­ra amó Dios al mun­do, que ha dado a su Hijo unigé­ni­to, para que todo aqu­el que en él cree, no se pier­da, mas ten­ga vida eter­nal.” (Juan 3:16).

Quién se ar­re­pien­ta va a re­ci­bir el per­don

La pa­lab­ra comp­le­ta de Dios inc­lu­ye la ley y el evan­ge­lio. La ob­ra de la ley es most­rar el pe­ca­do como pe­ca­do, pero cu­an­do una per­so­na pe­ca­do­ra cree el evan­ge­lio, se li­be­ra los es­po­sas del pe­ca­do y por la gra­cia pu­e­de creer to­dos sus pe­ca­dos per­do­na­dos.

La esen­cia del evan­ge­lio es en­ton­ces el perdón de los pe­ca­dos. Dec­la­rar­lo es la ta­rea más im­por­tan­te en el rei­no de Dios. La fe trans­mi­te “de co­razón a co­razón”. El crey­en­te con el don del Espí­ri­tu San­to pu­e­de pre­di­car a cu­al­qui­er per­so­na pe­ca­do­ra to­dos sus pe­ca­dos per­do­na­dos. El mis­mo Hijo de Dios dijo: “A qui­e­nes re­mi­tie­reis los pe­ca­dos, les son re­mi­ti­dos” (Juan 20:23).

La gra­cia de Dios per­te­ne­ce a to­dos los que ar­re­pien­tan sus pe­ca­dos. Una per­so­na que ha de­ja­do la fe, pu­e­de reg­re­sar al rei­no de Dios por creer el evan­ge­lio que le es pre­di­ca­do. En me­dio de an­sie­da­des y du­das, el evan­ge­lio de Dios para los fie­les da fu­er­za, ga­nan­do nu­e­va con­fi­an­za y co­ra­je.

La fe pro­du­ce alegr­ía

La vida fe­liz con­tie­ne muc­has co­sas im­por­tan­tes, como la sa­lud, las bu­e­nas re­la­ci­o­nes, los me­di­os re­cur­sos y la se­gu­ri­dad. Pero la ma­yor fe­li­ci­dad con­tie­ne la fe viva. Es un re­ga­lo úni­ca­men­te por el mérito de Cris­to.

Un crey­en­te con perdón de pe­ca­dos y con una con­cien­cia lim­pia debe ser fe­liz y al­leg­re. Está ca­mi­nan­do al cie­lo.

Un crey­en­te en el ca­mi­no al cie­lo no está solo, por­que el Hijo de Dios ha pro­me­ti­do es­tar en me­dio de sus hi­jos to­dos los días has­ta el fin del mun­do. “abo­ga­do te­ne­mos para con el Pad­re, a Je­suc­ris­to el jus­to” (1 Juan 2: 1).

Tex­to: Ai­mo Mik­ko­nen

Pub­li­ca­ción: Päi­vä­mies 41/2016

Tra­duc­ción: H.H.

Jul­kais­tu es­pan­jan­kie­li­ses­sä nu­me­ros­sa 15.11.2017

24.11.2024

Jeesus sanoi opetuslapsille: ”Kaikki kansat kootaan hänen eteensä, ja hän erottaa ihmiset toisistaan, niin kuin paimen erottaa lampaat vuohista.” Matt. 25:32

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